El Galpón de las Artes: inicios

 

En Mar del Plata, en abril de 1996 naciamos a la vez que como grupo de teatro independiente, como sala teatral. En este estrecho vínculo con la sala, entendida no sólo como estructura edilicia sino como espacio recorrido y representado, como lugar de producción y expresión, se trama nuestra identidad: un proyecto en arte-cultura-y comunidad.
El Galpón esta reconocido como Sala Nacional del Circuito Teatral Independiente por El Instituto Nacional del Teatro desde 1998 año de inicio de ese organismo gubernamental destinado al desarrollo de la actividad teatral independiente que en Argentina como en Latinoamérica cuenta con una historia por demás elocuente. Brevemente a manera de contextualizar la experiencia podemos decir que:

 

El carácter de independiente

No refiere sólo a la independencia de los poderes públicos, refiere a estéticas de investigación, a dramaturgias críticas con énfasis en la transformación social, modelos de producción cooperativos y objetivos que van en pos de la promoción cultural comunitaria a diferencia de los teatros oficiales, privados o empresariales financiados por presupuestos asignados, capitales privados, por el mercado y por la taquilla.
Debemos recordar que a mediados de los años 70, con el advenimiento de las dictaduras militares, el movimiento independiente se repliega. La dictadura arrasa los paradigmas democráticos. Las nuevas generaciones se desarrollan artísticamente de manera clandestina. Las prácticas teatrales se ubican en barrios alejados del centro de las ciudades. La necesidad de quitar visibilidad a la actividad hace que muchos artistas de teatro comiencen a trabajar en salas creadas en casas viejas, en locales sin carteles que “denuncien” la actividad. Toda esa precariedad tan grande y ausencia del Estado rompe con las convenciones: con la crítica teatral, con la ubicación céntrica, con el escenario fijo, con las butacas fijas.
La traducción arquitectónica de este fenómeno es la adaptación de una gran diversidad de edificios destinados originalmente a otras actividades para transformarlos en espacios para hacer teatro, desde la básica “casa chorizo”; hasta locales comerciales, pequeñas fábricas o industrias, etc
La traducción política que ha quedado en la historia Argentina de esos años como la mayor respuesta cultural contra la dictadura, fue el ciclo: “Teatro Abierto”, donde actores, directores, escenógrafos, dramaturgos, iluminadores, acompañados por una gran respuesta del público, se unieron en un duro cuestionamiento al régimen dictatorial.

familias y vecinos entrando a la sala
  • El Grupo dedica especial atención a las infancias. Desde sus inicios estrena anualmente además de productos para adultos, una obra para niños, todas son dramaturgias de propia autoría, y se presentan en la sala a  valor de una  entrada general y otra entrada diferenciada para estudiantes y jubilados. Además de realizar un  circuito gratuito destinado a  escuelas de gestión municipal o provincial, a escuelas rurales, a asociaciones de fomento y a  entidades que trabajen con la niñez en riesgo.
Al momento de abrirse  El Galpón de las Artes se encontraban suspendidas la creación de cooperativas en el municipio,  la sala opta entonces por otra forma asociativa, se constituye en Asociación Civil sin fines de lucro con Personería Jurídica  pero el grupo se mueve como cooperativa de producción artística. La organización es abierta e inclusiva, lo que favorece el ingreso de nuevos integrantes: el capital social es el más importante, está constituido por la gente, por todos los que participamos. Siempre tenemos que aclarar que no somos un centro cultural. Esta es la hipótesis principal en la programación de El Galpón de las Artes:
  • Entender el teatro como acción social: liga a la época. Entenderlo como práctica cultural-comunicativa hace que no puede realizarse “aislados” requiere articulación con los diversos sectores que integran la comunidad sin perder por ello el propio posicionamiento.
  • Entender el fenómeno de la “ciudad educadora”,  abre a la conciencia que no  se enseña exclusivamente en la escuela, la experiencia social-cultural-humana educa. Los artistas somos desde ese paradigma “educadores”, hay una responsabilidad pública en el arte hacia la construcción de ciudadanía.
Skip to content